miércoles, 10 de septiembre de 2008

BUSCANDO LA ESTAMPA
Con el compás armonioso va caminando rumbo a no se dónde y no mira atrás.
Acabo de girar una esquina de cualquier calle y me he topado con ella, una estampa llena de sobriedad, muy austera. La que todos esperamos año tras años que se produzca, la que desde pequeños hemos visto un par de veces en la semana, a lo sumo tres.
Él va delante y yo tras él, a pocos metros. El paso es ligero. Sólo él y yo, nadie más. Nada puede estropear la estampa. Va descalzo, besando el asfalto y veo sus talones, azotados por las horas, llenos de tizne... Los brazos se valanzean con asiduidad, con los puños semicerrados y de vez en cuando utiliza uno de ellos para llevarselo a alguna parte del rostro, no veo a dónde.
Salió de dónde quiera Dios que saliera con un destino, un rumbo marcado. Llegó a ese destino e inició otro tras una cruz que le marcaba el camino y una vez acabado vuelve a emprender un trayecto más, esta vez el de regreso, tiene que terminar, tiene que cumplir su misión, regresar de dónde vino de la misma manera que lo hizo, por el camino más corto.

Es curioso, pero…, estando ambos en desigualdad de condiciones, él con el rostro oculto, yo con el mío al descubierto, ninguno conseguiremos cruzar las miradas. Yo no lo alcanzaré, prefiero no usurparle su silencio, y él…, él estoy seguro de que no volverá su mirada hacia mí, no le intereso. Tiene que llegar a su último destino para sentirse en paz, consigo mismo y con Dios, … también con sus hermanos ¿por qué no?, es la sensación de las cosas bien hechas, de los deberes aprobados, todos hemos tenido esta sensación alguna vez, una sensación que te permite respirar mejor, estar en tranquilidad…

Intentará esquivar colillas, charcos…pero si pisa algo él seguirá como ya lo hizo durante su anterior destino. Desde que salio de su casa han pasado seis, ocho, ¿nueve horas?... que más da , él sigue igual, no parece cansado, derecho como una vela, como la que portaba hace poco rato. Es tal la estampa por esa calle angosta que al cruzar por un naranjo parece que este se vuelve blanco y negro para encajar mejor en el atrezo que bien podría pertenecer a siglos anteriores. Es una sombra negra sobrecogedora que va andando, dejando muda al silencio de la calle.

Antes de que termine la calle se detiene en un portal, sin volver la mirada a ningún otro lugar que no sea el porterillo, el cuál marca con su dedo índice. Suena el timbrecillo de la puerta, alguien esperaba su llegada pues le abre sin prguntar, agacha su cabeza para poder adentrarse en el zaguán mejor. Una vez dentro y mientras la puerta se cierra observo como se va descubriendo el rostro con la ayuda de sus dos manos, pero sin detenerse ni volverse atrás. Ya estoy a la altura del zaguán y a pesar de no querer se entrometido, me pica la curiosidad y no puedo evitar mirar hacia dentro. Pero la puerta se cierra. Los cristales son moteados de color amarillento, no puedo ver si se trata de hombre o mujer, de pelo corto o largo, claro u oscuro. La puerta se ha cerrado…ya no lo podré saber. Sólo veo su sombra subir unos escalones y perderse en la vidriera que sólo me deja ver su silueta de forma difuminada. Apareció como si de un un fantasma se tratase y se esfumó como tal ...

Seguramente llegará arriba sin responsabilidades, saludará a la persona que lo esperaba y que le ha preparado una palangana con agua y polvos de talco para que introduzca en ella sus pies, esos pies que dentro de poco volverán a soñar con este día pero dentro de un año.

Se deja caer en un sillón reconfortante, suspira de cansancio y piensa para él mismo que es un …¡Nazareno de Sevilla!

M.A.D

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