No es un adiós, sólo un hasta luego….


Cuando el sol que ilumina tu calle caiga sobre Triana dando paso a la luna …

Cuando los vencejos lloren y hablen con las golondrinas que amparan los árboles de tu Triana contándoles como te pierdes en el infinito de los corazones del trianero.

Cuando mañana esa mujer del día a día termine su compra y pase a echar el ratito contigo, vea que no estas y se marche cabizbaja, porque sabes que eres la bendita esperanza del barrio, pues brillas mas que ninguna.

Cuando se abran las puertas del cielo, pues así son las de la calle San Jacinto, que miran al puente que da a tu morada …. y no estés ahí.

Cuando vayan a rezar a la capillita los ancianos del barrio y le recen por ti….

Cuando los amasijos de hierro del puente mas famoso de la ciudad, el puente de tu barrio, se asome y no te vea, y lloren por las noches dejando caer las lagrimas en las ondas del agua, desdibujando así la cara angustiosa de la Luna, reflejada en el río, la cual no para de buscarte entre las Estrellas del cielo que la rodea.
Y cuando sus farolas cuchicheen, entre si, medio apagándose de tristeza y angustia.

Cuando ese gitano que expirante en Triana pregunte por ti su madre Patrocinio le diga que no estas …tú que eres la Estrella que año tras año lo guía para poder cruzar moribundo a Sevilla y que lo haces regresar más vivo que nunca.

Allí dónde más brillas, dejaras tu huella. Me dejaras a mi, tu hijo, madre mía. Y le diré que no estén tristes, pues solo te han llevado para ponerte más guapa, para hacerte más reina.

Yo, Madre Mía, asumiré mis penas más que nunca de no tenerte cerca para sacar fuerzas y decirles a las ancianas que no se preocupen, que pronto estarás cerca, mirándolas con esa dulzura amarga que la mano de Dios te concedió en tu rostro de Virgen María.

A ti, mi Virgen de la Estrella