martes, 5 de abril de 2011

Que poquito queda ya señores…y señoritas

Que poquito queda ya señores…y señoritas, que tal y como andan las cosas hoy en día, hay que mencionar el genero femenino en este mundo cofrade. Y es normal, no sólo van aportar cosas los hombres aquí ¿no?.

Además de la estación de penitencia en hermandades purísimas en principios, la mujer ya tenía su papel en esta película. Floristerías, cererias, vestidoras, restauradoras, pintoras, sastrerías, capiroteras, reposteras...


Sólo hace falta abrir los ojos para ver lo que otros no quieren ver. No observar, que la observación es bonita pero no es para los que no ven a la primera. Los avispados sólo con mirar ven más allá y esto es tan evidente que con sólo mirar a un lado y al otro nos damos cuenta.

Al grano, que falta muy poquito. Poco a poco vamos despertando de este letargo que ha durado casi un año, y empezamos a oler ese aroma mañanero que nos traen los vencejos de la giralda revoloteando de una plaza a otra de Sevilla. Plazas dónde los pajaros en los naranjos saben cantar saetas, en Triana seguidillas, porque Sevilla es especial pero Triana es puente y aparte.


Son los días en los que mezclamos los sabores, el dulce de la torrija emborrachada en vino y miel o el pestiño espolvoreado en azúcar con el salado de un buen bacalao con tomate en Albores o La Fresquita,


Los olores se adueñan de nuestras sienes haciendo a veces andar por las calles como zombis en buscar del lugar procedente de dichos aromas que recorren nuestras vías respiratorias juntitos de la mano: incienso, azahar, el olor a cera que sale de las cajas descargadas en alguna puerta trasera de cualquier iglesia o la que arde en algún templo en tiempos en besamanos o cultos. Hasta el olor del producto que utilizan los equipos de priostía para limpiar la plata nos parece maravilloso.


Nuestros oídos son los que hacen mover nuestros pies cuando escuchamos sones de corneta que nos llegan de algún templo. Conciertos de bandas y ensayos a la vera del río que pronto se unirán, como amantes deseosos de verse, a esas parihuelas que hemos visto y vemos en los ensayos y mudás.

Los ojos se contaminan de imágenes bellísimas, colores especiales, bordados de oro y plata, estofados en pan de oro con sabores añejos….y se enamoran al ver a esa imagen cuan profundo llevamos en nuestro interior como si parte nuestra fuera.


Días de colas en los templos y cascos en los oídos para escuchar la voz que abre las puertas a esa semana tan esperada.


Todo llegará y todo pasará, pero cuando pasé nos quedará el consuelo de saber que dentro de otro año, más –menos, volveremos a sentir esa cantidad de sensaciones que sólo el sevillano puede tener al sentirse cofrade.





































Fotografia: Jose Manuel Llamas
www.jmllamas.net

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