Cuando todo acaba, todo vuelve a empezar...

Cuando el aroma de la flor blanca sevillana ya ha pasado, cuando las brumas de incienso sobre el dorado se han elevado hasta una gótica catedral, flanqueada por la giralda y como vigía tiene a la Inmaculada que año tras año espera las palabras susurrantes al oído de su hijo Cachorro.

Cuando la mojada se hace llanto en la mejilla de aquel niño que, cuarenta días antes, jugaba a probarse un antifaz en el dormitorio de sus padres, este año ni los caramelos servirán para endulzar el momento más amargo...

Cuando aquella estampa haya pasado del bolsillo holgado de una túnica a la mano tierna y arrugada de la anciana, que servirá para que le rece día a día hasta que pueda ver a su Esperanza pasar por delante suya para darle el Gran Poder de pasar otro año más junto a sus nietos.

Cuando la cera virgen no tenga uso y se vuelva a fundir para ser más virgen aún por estar cerca de ella.

Cuando el último golpe de martillo haya retumbado en la bóveda de una calle en la que la joya fue tomada por los franceses.

Cuando la lluvia caída nos haga oler mejor el arbero de un tendido donde medias verónicas se mezclan con sones de banda celestial y mezclemos el sabor de la manzanilla con el taconeo de una guapa gitana....todo habrá pasado.....y todo habrá quedado.

Han quedado los momentos, los recuerdos, el sufrimiento, las alegrías, los lamentos....y todo volverá a empezar. Volverá a empezar con la mismas ganas de vivir con los amigos una buena chicotá, o asistir de besamanos en besamanos como si fuera un via-crucis por todo el arte de esta bendita ciudad, de oler en primavera el perfume de una ciudad que nos penetra hasta nuestra sienes como el de una mujer cuando le hacemos el amor.

El sevillano, jamás dejara de sentir esto mientras comprenda que cuando todo acaba ... todo vuelve a empezar.