miércoles, 28 de noviembre de 2007

LA SEMANA SANTA

Las cofradías cristianas han existido siempre en el cristianismo, desde que Cristo anunció la traición de uno de sus apóstoles en un cenáculo hasta nuestros días.
Ya desde el siglo XVI, la Pasión, según Sevilla, corrían por bocas de extranjeros que la pregonaban por todo el mundo. Muchas de las cofradías de nuestros días fueron fundadas en este siglo.
Las cofradías ya existían en los siglos XIII al XV, pero es a finales del siglo XV y sobre todo en el siglo XVI cuando se producen un total cambio de mentalidad en las cofradías.

Tenemos como clara referencia en Sevilla dos hermandades que llevan por nombre una concordancia con lo que pudieran ser las procesiones en la Edad media. Es la hermandad de la Vera – Cruz (convento de San Francisco), de 1468 y la del Santo Crucifijo (convento de San Agustín), colocado allí en 1314. En esta época solamente se sacaban en procesión reliquias, las imágenes como hoy las vemos no llegarán hasta el siglo XVI, resaltando que hermandades como las que hemos citado procesionaran portando en mano un crucifijo.
Hablamos así de las dos cofradías mas antiguas de Sevilla, según Sigüenza en su "Traslación de la Imagen de Nuestra Señora de los Reyes", del año 1579. La cofradía es la de la Vera Cruz, que da culto a la reliquia de la Verdadera Cruz, reliquia que pudieron traer los franciscanos, fundadores de la cofradía. Carrero afirma que se fundó en 1380, pero el primer dato cierto es de 1448, año que presenta unas reglas que se aprobarán en 1501. Junto a estas, existieron otras pero de carácter gremial, que agrupaban a personas dedicadas a un mismo oficio y que solían tener por titular al santo patrono de su actividad.

Don Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa, a su regreso de un viaje por Tierra Santa instauró en 1521 el Vía Crucis a la Cruz del Campo, siendo considerado este el comienzo de nuestra Semana Santa. Según una antigua tradición, el via crucis de las "doce estaciones" era el que había seguido a diario la Virgen para recordar el tormento de su hijo. La procesión salía del palacio los siete viernes que componen la cuaresma, rezando los integrantes de la procesión -penitentes y flagelantes con capuchas o nazarenos- tantos credos o padrenuestros como pasos dio Cristo en su pasión. La primera estación se situó en su palacio, que desde entonces sería conocido popularmente como "Casa de Pilatos", dado que fue en el pretorio romano de Jerusalén donde comenzó el camino de Jesús hacia el Gólgota; finalizaba en la Cruz del Campo, en el cual existía además una ermita dedicada a la Virgen de la Soledad, que estaba a cargo de los negros de Sevilla, muy numerosos en este siglo. Diego de Merlo había construido el humilladero en 1482; la cruz actual del templete fue realizada por Juan Bautista Vázquez «el Viejo» en 1571. Este Vía Crucis supuso un hito en la historia de las hermandades de la ciudad, al establecer, por primera vez, un espacio marcado para el desarrollo de la penitencia pública.

Pero… ¿Cómo, cuando y porque aparecen las procesiones con imágenes de Jesús y María?. La respuesta la podemos encontrar en el concilio de Treinto (1543-1563). Aquí surgió una idea para que las personas que no acudían a las iglesias tuvieran ese acercamiento a Jesús y su pasión y recomendaron que se realizará la estación publica con imágenes de las efigies verdaderas de Jesús y su madre.

La celebración de la Pasión se iniciaba con la ceremonia de las Señas, en que se tremolaba el estandarte de la cruz en el altar mayor por parte del Chantre. El Domingo de Ramos se organizaba desde la catedral una procesión, en que participaban todas las cruces de las parroquias y que discurría alrededor del templo catedralicio. La ruptura del velo, el miércoles, era la indicación para que las cofradías comenzaran a salir de sus templos, a recorrer la estación de penitencia.

La estación penitencial se realizaba desde el templo donde se residía a varias iglesias o conventos de la colación. Así, por ejemplo, la Vera-Cruz realizaba cinco estaciones, al Convento de San Francisco, a la Catedral, al Salvador, a Santa María Magdalena y al Convento de San Pablo. La Trinidad visitaba seis casas de "Nuestra Señora (...), Nuestra Señora de la Incesta e la Encarnación y el Socorro de Santa María de las Dueñas, San Salvador, Iglesia Mayor [y] Sancta Maria del Valle."

No hubo orden alguno en los recorridos de cada cofradía hasta el sínodo de 1604, cuando el cardenal don Fernando Niño de Guevara, ordena a las cofradías que hagan su estación de penitencia a la Catedral. De este modo “las cofradías de Sevilla” acudían a la Catedral de la ciudad y las pertenecientes a Tirana lo hacían a la Parroquia de Santa Ana. De esa manera, las cofradías sevillanas se dividieron en penitenciales o de luz. Las primeras podían ser, además, de sangre o de disciplina y pretendían promover el culto y la contemplación de la pasión de Cristo.
Todas las clases sociales, en sus diversos oficios, participaban o integraban las hermandades de penitencia: los Veinticuatro y Jurados salían con el Cristo de San Agustín o del Santo Crucifijo; los magistrados y letrados en nuestro Padre Jesús de la Pasión; los nobles en Nuestra Señora de la Concepción, la de Regina y la de la Antigua; los comerciantes en la Veracruz; los negros en el Cristo de la Fundación; los estudiantes en las Negaciones y Lágrimas de San Pedro; los mulatos con el Eche Homo de San Ildefonso; los medidores de la Alhóndiga en la Entrada en Jerusalén; con el Cristo de la Expiración iban los plateros; los toneleros, en Ntra. Señora de la Luz; los alfareros y marineros acompañaban a la Virgen de la Estrella; los panaderos se agrupaban en torno al Prendimiento, etc....

Otros “ayudantes” a la proliferación de las hermandades de penitencia en el siglo XVI fueron los sermones y los predicadores.

A finales del XVI surge la cofradía de la Cárcel Real, creada por el jesuita Padre León, que ejercía su ministerio pastoral entre los presos. Empezó como una hermandad anta -blasfemia y terminó como cofradía de penitentes. La procesión desfilaba el Viernes Santo por el interior de la cárcel, con disciplinantes e insignias, como cualquier otra cofradía Sevillana; contaba incluso con una pequeña "bolsa de caridad" con la que se libraban algunos presos por deudas.

Cito algunas de las hermandades que existían a primeros del siglo XVI:

El Silencio (puede que en 1340).

La Hiniesta (la cual procedía de otra hermandad del siglo XV y fue redundada en 1879 tras dos siglos sin vida).

Los Negritos (1393).

Vera Cruz (redundada en 1942, pero procedente de otra hermandad que existía ya en el siglo XV).

Gran Poder (1431, sus primeras reglas son de 1587).

El Valle (de la fusión de dos hermandades, una de ellas la se la Santa Faz de 1450).

Esperanza de Tirana (1481).

San Benito (viene de una hermandad que tenía un hospital en Tirana en el siglo XVI. Fue redundada en 1921).

Cristo de Burgos (aunque sus reglas son de 1943, su fundación viene de 1888, cuando los cofrades de la hermandad del Buen Fin, se trasladan a San Pedro, por problemas con la comunidad franciscana, y al no poder llevarse las imágenes, toman otras de una hermandad extinguida, que ya existía en el siglo XVI, conocida como "la de los estudiantes").

Montesion (parece proceder de un grupo de disciplinantes, reunidos en torno a un Crucificado, en el siglo XIV, que se establecen a finales del XV en el monasterio de Santa Paula, donde actualmente se encuentra dicho Crucificado, bajo el nombre del Coral).
Quinta Angustia (1500).

Hermandad y Cofradía del Santo Crucifijo y Nuestra Señora de Gracia, del convento de San Agustín; ya hemos tratado de su antigüedad, pero hay que señalar, que esta hermandad desapareció a finales del siglo XIX y su Cristo se perdió en el incendio de 1936, pero se hizo una reproducción y en la actualidad, es titular de la hermandad de San Roque.

Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre, San Juan Bautista y María Santísima de la Candelaria; cofradía fundada en 1480 en el Hospital de San Antonio, en la colación de Omnium Sanctorum, y que desapareció en el siglo XVIII.

Entre 1530 y 1550 se crearon muchas más; algunas de ellas existían antes del XVI, aunque con otros objetivos y se convirtieron en hermandades de penitencia en este siglo. Arriesgandome a indicar fechas en ocasiones controvertidas, cabe citar a las hermandades de Pasión (1531) fundada en 1531 en el que fue Convento de la Merced (hoy Museo de Bellas Artes); la del Sagrado Decreto en la iglesia de la Trinidad (1535); Cristo de la Veracruz en el convento de San Francisco; Ntra. Sra. de la Coronación (1540). En 1542 se fusionan la hermandad de Ntra. Sra. de la Esperanza fundada por los ceramistas trianeros (1481) con la de San Juan Evangelista, obra del gremio de pescadores. A mediados de siglo surgen la del Dulce Nombre de Jesús (1550) en el Convento de San Pablo; Nuestra Sra. de la Luz (1550) en San Andrés; la Sagrada Cena en Omnium Sanctorum y Ntra. Sra. de la Soledad y Ntra. Sra. de la Encarnación (1558) que, situada en el Convento del Valle, cambiará de nombre y se unirá (1590) a la de la Coronación, establecida en San Martín. En 1582 el alfarero genovés Tomás Pesaro solicitó formar la cofradía del Santo Entierro, y a finales del siglo XVI los mercaderes catalanes se unieron para fundar la cofradía del Santísimo Cristo de la Conversión del Buen Ladrón y María Santísima de Montserrat.

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